Recompilación hecha por Martha Bonilla, estudiante de la carrera Comunicación y Publicidad de UNITEC. Para la clase de apreciación literaria impartida por la lic. Aura Matute.
Adilya Cardona
“Sobre esta autora, no se encuentran muchos datos fuera de de la información ofrecida por el poeta hondureño Daniel Laínez, quien escribió el prologo de su libro Auras Campesinas (1956).
Adilya nació en Gualaco, un pueblecito que está enclavado en el corazón del valle de Agalta. Muy niña fue trasladada a la pintoresca ciudad de Juticalpa, en donde pasó su primaria y luego obtuvo su título de Maestra de Enseñanza Primaria Urbana, en el Instituto La Fraternidad.
Tiempo después obtuvo el Bachillerato en Ciencias y Letras en el Instituto María Auxiliadora de la capital. Aquí también estudió en la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma. No obstante sus títulos académicos la escritora no perdió la sencillez y pureza de sus gentes; de allí le viene la médula aborigen de su estro lírico.
Entre sus publicaciones se cuentan: Auras Campesinas en dos ediciones 1956 y 1958; y Sendas infantiles (poemas infantiles).
Inéditos; El Amiguito Patriota (dramatización escolares); Fontana Lírica (poemas); Sonetos (poemas)
En preparación: La mujer en la Historia (a manera de ensayos); Amor Imposible (novela).”
Fuente: Pineda, Adaluz, 1998, Honduras:
Mujer y Poesía: Antología de Poesía Escrita por Mujeres
Tres Consejos
Son las dos de la mañana…
Oigo notas de guitarra…
Es Chango, el hijo de Juana
Y de Domingo Chaparra.
Viene a cantarle sus cuitas,
Sus dudas y temores,
A la preciosa Conchita,
La dueña de sus amores.
Con voz llena de emoción
Y de cálidos acentos.
Entona ya, la canción
Titulada “Tres Consejos”.
“Virgencita dueña mía
Dueña de mi corazón.
Tres consejos vengo a darte
Y a decirte cuales son:
El primero, son tus ojitos
Con los que me veis.
No mires a ningún otro
Que es darme la muerte a mí.
El segundo, es tu boquita
Con la que me diste el sí.
No la deis a ningún otro
Que es dármela muerte a mí.
El tercero es tu pechito
Onde mi amor se encerro.
No se encierre ningún otro
Teniendo las llaves yo.
El anío que me diste
El domingo del Señor,
En el dedo quedó flojo,
y oprimido en el amor.
Cada vez que veo ese anío
Te recuerdo mucho más,
Y siumentan más mis penas
Cuando pienso que no estás.
Ya con ésta me despido
Cojoyito del ciprés,
A tu oyido mis palabras,
mi corazón a tus pies”
Mañanitas de mi Pueblo
¡Mañanitas de mi pueblo!
¡Mañanitas bullangueras
Cuajaditas de neblina,
Cuando se oye en los aleros
Arrullos de golondrinas…!
¡Cuando cargada amanece
De perfumes la pradera
Y en cada lirio se mece
una abeja colmenera…!
¡Cuando tiemblan entre rosas
Las gotitas de rocío
Y parecen más preciosas
Las margaritas del río…!
Cuando gritando despiertan
Enlos guayabos las loras
Y revientan y revientan
En las pitayas las flores…!
¡Cuando se oye en los corrales
De las vacas el mugido,
Y clarines y zorzales
Se columpian en los nidos…°
¡Mañanitas bullangueras
De mi pueblito escondido…!
Mañanas de Primavera
Nunca os echaré en olvido…!
Fuente; Adilya Cardona, Correos Literarios de Honduras, 1963.
El Muñeco de Lila
Pobre muñeco de Lila,
Siempre desnudo y con frío;
En lo que lleva la vida,
Nunca se ha puesto un vestido.
Duerme debajo de las mesas,
En el sofá, en la cocina;
Lo he visto comer dos veces
Y nunca ha dado un gemido.
Da lástima este bebé
Tan bueno y agradecido:
Si lo recuestan, se duerme;
Y si lo sientan, se ríe.
Pobre muñeco de Lila,
Siempre desnudo y con frío.
¿Cuántos muñecos de carne
Vivirán en este olvido?
Quisiera Para Mamá
Mamá:
Yo quiero ser pajarito
Para aprender a volar,
Y llegar hasta las nubes
Y poderlas atrapar;
Cogería las violetas,
Las de oro y las demás
Y te haría un vestido
Tan lindo como no hay más.
La Lluvia
Me gusta la lluvia;
Qué raras las gotas
Se ven al caer;
Parecen muñecas
Locas de cristal,
Que ríen y ríen
Y saltan y bailan,
Bailan sin cesar.
A la Montaña
Montaña verde,
Montaña azul;
Cuando esté grande,
No tenga miedo
Y sea mayor,
Iré a mirarte
Hasta la cima;
Cogeré nubes
De todas las formas,
Y empinadita
Desde la cumbre
Veré al buen Dios.
Arroyo Amigo
Arroyo amigo,
Tú tan pequeño
Y tantas cosas
Conoces ya;
Siempre me invitas
A ver el valle,
A ver consejos
Con su mamá,
Y venaditos
Saltando alegres,
A ver mecerse
En los bejucos
Y hacer piruetas
A las ardillas;
Y colibríes
Libando miel
Y mariposas
Planeando vuelos
Sobre las flores.
Mas, si me alejo
Qué susto grande
Tendrán mi abuela
Y mi mamá;
Mejor me cuentas
Todo lo nuevo;
Mañana vuelvo
A platicar y ya a veremos
Cuando esté grande
Si al fin contigo
Pueda viajar.
El Indiecito
Yo soy indiecito
De allá, de Erandique
Y llevo en mis venas
Sangre de Cacique.
Del bravo Lempira
Yo soy descendiente;
Soy hecho de roble
Y sangre valiente.
Disparo las flechas
Y toco el tambor;
Defiendo mi tierra
Soy hombre de honor.
Mecido en las sierras
Del Gran Congolón
Y en el alma llevo
Toda mi nación.
Fuente: Pineda, Adaluz, 1998, Honduras:
Mujer y Poesía: Antología de Poesía Escrita por Mujeres
Así llegaste a mí…
Cual pájaro agorero llegaste a mi ventana;
y yo; virgen aún en eso del amar,
me embriagué con tu canto, de dulzor de fontana,
y en el fondo de mi alma te burilé un altar…
y yo; virgen aún en eso del amar,
me embriagué con tu canto, de dulzor de fontana,
y en el fondo de mi alma te burilé un altar…
Y toda la floresta lució aquella mañana;
su perfume las flores y su arrullo el pinar,
y las nubes cargadas de celajes de grana
fueron palio sagrado de una dicha sin par…
su perfume las flores y su arrullo el pinar,
y las nubes cargadas de celajes de grana
fueron palio sagrado de una dicha sin par…
Me trajiste la dicha tantas veces soñada,
me regaste de flores mi senda de dolor;
–Amémonos– me dijiste, ya no temas a nada…
me regaste de flores mi senda de dolor;
–Amémonos– me dijiste, ya no temas a nada…
Y en las redes divinas, de tu sagrado amor,
en tu vida, por siempre, me quedé aprisionada
y aunque presa me tienes no te guardo rencor.
en tu vida, por siempre, me quedé aprisionada
y aunque presa me tienes no te guardo rencor.
Quédate en mi rancha
Quédate en mi rancha…
no quiero te vayas para la ciudá:
y todos los chanchos que para la chancha
para vos serán…
En las mañanitas
cuando el sol alumbra toíto el maizal,
dende aquella cumbre
vendrán las vaquitas;
y vos, en guacal
beberás la leche
de la vaca Panda color de carbón;
y con barro chele
mi hermanita Meche
te hará un buen jarrón;
y en él muy bonitos
pondrás los claveles de todo color,
jazmines, resedas, blancas margaritas,
geranios de olor…
Las gallinas blancas
y las copetías serán para vos;
y si de la yegua nace otra potranca
son tuyas las dos…
Cuando en el verano
ya las palomitas güelvan a cantar
en el potro blanco bajarás al llano
par’irte a bañar.
Quédate en mi rancha…
No quiero que te vayas para la ciudá;
la tierra aquí es güeña, la tierra aquí es ancha
y tuya será…
no quiero te vayas para la ciudá:
y todos los chanchos que para la chancha
para vos serán…
En las mañanitas
cuando el sol alumbra toíto el maizal,
dende aquella cumbre
vendrán las vaquitas;
y vos, en guacal
beberás la leche
de la vaca Panda color de carbón;
y con barro chele
mi hermanita Meche
te hará un buen jarrón;
y en él muy bonitos
pondrás los claveles de todo color,
jazmines, resedas, blancas margaritas,
geranios de olor…
Las gallinas blancas
y las copetías serán para vos;
y si de la yegua nace otra potranca
son tuyas las dos…
Cuando en el verano
ya las palomitas güelvan a cantar
en el potro blanco bajarás al llano
par’irte a bañar.
Quédate en mi rancha…
No quiero que te vayas para la ciudá;
la tierra aquí es güeña, la tierra aquí es ancha
y tuya será…
La molienda
¡Qué franca alegría!
Ya vienen saliendo los bueyes cargados
con las cañas jugosas, del cañaveral;
les brillan los ojos cual gemelas preciadas
y vienen tan briosos como un huracán.
Ya vienen saliendo los bueyes cargados
con las cañas jugosas, del cañaveral;
les brillan los ojos cual gemelas preciadas
y vienen tan briosos como un huracán.
Ya meten la caña.
El trapiche empieza, empieza a girar,
con dientes enormes como de gigantes
las cañas tritura y empieza a chirriar;
y luego los gritos: ¡Anda güey galantée!
El trapiche empieza, empieza a girar,
con dientes enormes como de gigantes
las cañas tritura y empieza a chirriar;
y luego los gritos: ¡Anda güey galantée!
Ya prenden la hornilla.
El humo cuajado sale en espiral;
y cuecen el jugo, el jugo verdoso
que sube corriendo queriendo escapar;
¡qué rico está el caldo! pero, ¡qué sabroso!
El humo cuajado sale en espiral;
y cuecen el jugo, el jugo verdoso
que sube corriendo queriendo escapar;
¡qué rico está el caldo! pero, ¡qué sabroso!
Todos con huacales
vienen sudorosos los alegres niños
de la vecindad; y corriendo vienen
y vienen volando sobre la campiña
pues de las cachazas su parte ya tienen.
vienen sudorosos los alegres niños
de la vecindad; y corriendo vienen
y vienen volando sobre la campiña
pues de las cachazas su parte ya tienen.
La miel ya de punto,
empiezan las palas como un remolino
a batir y en los moldes a cuajar empieza;
y ha cristalizado por arte divino
en rubias panelas, la Naturaleza.
empiezan las palas como un remolino
a batir y en los moldes a cuajar empieza;
y ha cristalizado por arte divino
en rubias panelas, la Naturaleza.
Un Casamiento en la Aldea
(En un pueblecito de Olancho)
Ya venimos de la Iglesia;
Ya pasó la ceremonia
Donde unieron sus destinos
No con poca persimonia
El tal Chon y la Indalecia.
Dispusimos los padrinos
Los novios ir a dejar
Y muy contentos nos fuimos
A la Aldea “El Coyolar”.
Todo cual es de rigor,
Está ya bien preparado;
La novia luce esplendor
Y el novio la ve extasiado;
Lleva en su sombrero puestos
Remilletes de azahar;
Complementan el ajuar
Dos pulseras de hoja-lata,
Un tosco anillo de plata
Y los claveles de los tiestos
Que la tía Maximina
Cosechó por la mañana.
-El novio esta dia peseta-
Exclamaba el tío Jacinto,
Con su traje de eyicueta
Y con su machete al cinto.
-Y´esto es qui´usté no l´ua visto-
Dice el compadre Evaristo.
Anda estrenando calzao.
-Y también este puñal
Que no me sienta tan mal
Y a todos les ha gustao;
Y mi sombrero empalmao
Que compre por cuatro riales
En la tienda de ñor Rosales,
Luando muy bien emplumao
Con las plumas del paujín
Que maté para este fin.
Todos vamos cabalgando….
Pero ¡Oh! ¿Y qué ha sucedido?
¡Ah! La novia se ha caído,
Y todos vamos aprando.
-Te caíste por descuidada
Primero hubieras probao
En el macho de tiya Ada
En aquel q´ues colorao
Pos vos nunca habiyas montao.
-Pos si ya había montao
En la burra de ña Blasina,
La romita q´ues mesina,
Juí el otro diya al frijola,
Y bien que pude montar.
-¡Que viva! Ya viene el tope-
Exclama con voz vibrante
Un hermano de la novia,
Y el grupo que vuela al trote
Se aproxima en un instante
Por el camino de La Joya
De entre los recién llegados
Salió una voz muy airosa:
-Es preciso que se apeyen;
Voy a hablar a los casaos,
Pa que seya dichosa
Y que nunca se peleye
La pareja mas graciosa.-
Movidos como a resorte,
Bajaron de sus caballos
Toditos los convidados
Y con ellos el consorte
Que los contempla extasiado.
El orador ha trepado
Al tronco de un viejo pino,
Que se encuentra derribado
A un ladito del camino;
Comienza con gallardía
De este modo el orador
-Señores: “ Al Gran Lempira”….
Y recitó la poesía
De un conocido escritor.
-Pos eso sí me ha gustao
Que mi hablen hoy del lempira;
Por la plata estoy casao;
Sin plata todo es mentira.
Después de haber cabalgado,
A la casa de la novia
Por fin habemos llegado;
Se siente olor a magnolia
Y a geranio perfumado.
La casa sí que es blanquita
Y de verde pino viste;
En el pario hay mucha gente:
En hileras los pariente;
Entre ellos la abuelita,
También el acordeonista.
-Le v´uá pedir un favor
Al amigo acordionista:
Que se toque en nuestro honor
“Corazón Sólido de qué estas triste”.
Más tardó en pedirlo Chon
Cuando empieza el acordeón
A rasgar la dicha pieza
Y empieza la gritazón
Y a danzar también empiezan.
Ahora la novia a vestir
Con su vestido de bodas
Que ella quiere exhibir
Y distinguirse de todas;
Y como sólo hay un salón,
Que es donde está la reunión,
Dispuse yo, la madrina,
Vestirla allá en la cocina
Para mejor impresión;
Más, no me fijé primero,
Que llenito de manteca
Estaba arriba un caldero
Y al alzar la novia el brazo
Se dio tamaño tilazo,
Haciendo todo un reguero;
Si sólo eso hubiera enmendado
Pero la grasa ha caído
Y todita la ha bañado.
Mientras el resto de la gente
Están a todo gozar,
El pobre Chon empaciente
Se dispone a esperar
A la novia que va al río
Temblando de amor y frío
Su cuerpo a desengrasar.
Después de mucho gozar
Y de nuestra despedida,
Dispusimos regresar
Al punto de la partida;
Trayendo en mi alma, imborrables
Recuerdos, inolvidables,
Los cuales he narrado
Con tanta fidelidad
Que si a caso no has creído,
Os faculto: preguntad.
ADYLIA CARDONA
Fuente; Adylia Cardona, Correos de Honduras, 1963 pp30
Me gusta auraa campesinas de Afilia Cardona
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